En las sendas pensamos cosas puras, uno al lado del otro, fugitivos, cogidos de la mano, y pensativos en medio de las flores más oscuras. Íbamos solos, como enamorados, entre la verde noche del sendero, compartiendo el fugaz fruto hechicero del astro que aman los enajenados. Después, muy lejos, en la sombra densa de aquel íntimo bosque rumoroso morimos -¡solos!- sobre el césped blando. Y arriba, en medio de luz inmensa, ¡oh, amigo del silencio más hermoso, nos encontramos otra vez, llorando! Paul Valéry
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Septiembre 2024
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