Según Abraham Maslow, la comunicación entre el individuo y el mundo depende en gran medida de su isomorfismo (similaridad de estructura o forma). Es decir, que el mundo sólo puede comunicar a una persona lo que la mente de esa persona es capaz de captar en el nivel al que está. Una mente "elevada" puede captar un significado "elevado", que es lo mismo que vino a decir Emerson con su: "Tal como somos así vemos".
Pero, curiosamente, en esta relación entre el individuo y el mundo también se produce un isomorfismo recíproco, es decir, que lo que vemos es lo que nos hace como somos. Las personas tienen con el mundo una relación dinámica en la que se elevan o rebajan mutuamente, por lo que, tal como hemos dicho en el apartado anterior, cuando hablábamos de isomorfismo, personas de nivel alto podrán entender un conocimiento de nivel más alto, pero al mismo tiempo, también se produce un isomorfismo recíproco, ya que un entorno de nivel alto tiende a elevar el nivel de la persona, del mismo modo que un entorno de bajo nivel puede rebajarla. Si nos dirigimos al ensayo de Luis Racionero, Textos de estética taoísta: "En esta teoría estructuralista del isomorfismo en la percepción está el fundamento de la estética por venir. La nueva estética que reemplazará al actual desbarajuste evaluativo del arte moderno será una estética que propondrá como función del arte elevar a la persona a estados emocionales y niveles de percepción superiores, tal como hacen el yoga y las sustancias psicodélicas. Todo el contenido de la "denuncia" y el "mensaje" en el arte se dejará para otro lugar y al arte se le pedirá lo más difícil: que hable a la intuición, que abra las puertas de la percepción, que haga consciente el subconsciente".
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Septiembre 2024
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