El dominio de la luz en una obra artística es una tarea tan difícil que muy pocos son los privilegiados que lo han podido conseguir. Antiguamente, lo consiguieron Rembrandt y Velázquez en sus pinturas y, en la actualidad, lo han conseguido Tadao Ando y Alberto Campo Baeza en su arquitectura.
El control absoluto de la luz es tarea de magos, y esto lo saben muy bien el japonés Tadao Ando y el arquitecto español que en sus obras consiguen atrapar, expandir, condensar,... la luz. Dominarla a su antojo y crear espacios de gran sensibilidad en los que el juego de luces y sombras nos hacen vivir momentos infinitos. Este juego de luces y sombras aporta un toque de misticismo a sus obras y nos acerca al estilo de vida y al pensamiento oriental. Podemos observarlo en El elogio de la sombra del escritor japonés Junichirö Tanizaki cuando nos describe las terribles sensaciones que a él le producen los espacios excesivamente iluminados: "Por lo visto, en los últimos tiempos la luz eléctrica nos ha entumecido los sentidos y nos ha convertido, curiosamente, en personas insensibles a las inconveniencias que se derivan del exceso de iluminación. [...] Me duele un poco tener que poner ejemplos, pero, ¿no se solidarizan con mis tesis quienes hayan visitado una noche de verano el hall de entrada del Hotel Miyako en Kioto? [...] Lo que encuentra son techos blancos tachonados de grandes pantallas de fino vidrio lechoso tras las cuales potentes luces arden con furor [...] Además, donde una sola de esas ígneas bolas bastaría para iluminar el lugar han colocado tres o cuatro en el techo e innumerables otras, más pequeñas, en paredes y pilares, que no sirven más que para borrar las sombras que se forman en los rincones. De esta forma, en los interiores no queda nada que pueda recibir el nombre de sombra. Si uno recorre el lugar con la mirada, lo que ve son unas paredes blancas, unas gruesas columnas rojas y unos suelos en los que los colores más chillones se combinan en mosaico, todo lo cual se clava en la vista como una litografía recién impresa [...] Pero no ha sido más que un simple ejemplo, el problema no afecta solo a este hotel. El Hotel Imperial de Tokio lo ha evitado mediante una iluminación indirecta, pero incluso ahí se agradecería un ambiente más oscuro para el verano. Hoy en día, la iluminación de interiores ya no responde a la necesidad de luz para la lectura, la escritura o las labores. Ha pasado a servir simplemente para borrar las sombras de los rincones, y esto es incompatible con las ideas que teníamos sobre la belleza y la vivienda,..." Si reflexionamos sobre este texto nos daremos cuenta que borrar las sombras nos aleja de la belleza. Hay que hacer magia con las sombras ¡Ahí está la clave del misterio!
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Septiembre 2024
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