Oh, Señor, concede a cada cual su propia muerte. El morir que de aquella vida surge, en la que tuvo amor, sentido y necesidad. Pues sólo somos la cáscara y la hoja. La gran muerte que cada uno lleva consigo: ese es el fruto en torno al que gira todo. Por él muchachas se levantan y surgen como un árbol de un laúd, por él anhelan los muchachos convertirse en hombres; y las mujeres son las confidentes de los púberes, para esos miedos que no sabe quitar nadie más. Por él perdura lo mirado como algo eterno, aun cuando sucediera hace tiempo; y todo aquel que modelaba y construía, se volvió mundo a causa de ese fruto, y se congeló y se desheló y se ciñó a él y lo iluminó. Él se ha llevado todo el calor de cada corazón y el pálido ardor de los cerebros... Mas pasaron tus ángeles cual bandadas de pájaros y encontraron todos los frutos verdes e inmaduros. Rainer Maria Rilke
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Septiembre 2024
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